Cuando a una multinacional como Samsung, que tiene un peso importante en la industria de telefonía a nivel mundial, le ocurre un accidente como el error de fabricación de las baterías de los Galaxy Note 7, el equipo de marketing de la compañía tiene que ponerse en alerta y reaccionar de forma instantánea para reducir el impacto mediático.
El problema comenzó a los dos días de lanzar su nuevo buque insignia, el nuevo Galaxy Note 7, que prometía ser un duro competidor para el iPhone 7 Plus. ¿Qué ha pasado? En menos de 72 horas se registraron 35 casos de personas a las que les ha explotado el terminal, y el número no deja de crecer por horas. Las explosiones son tan graves que se ha dado el caso de una persona a la que su coche terminó ardiendo tras quemar el Note 7 la tapicería del vehículo.
La alarma social es tal que la Federación de Aviación de Estados Unidos ha prohibido que los pasajeros embarquen en cualquier avión con un Samsung Galaxy Note 7. De hecho, se espera que el Gobierno de Estados Unidos se pronuncie al respecto y anuncie un recall a nivel estatal. Un recall que ya tuvo que hacer la compañía al retirar más de 2 millones y medio de terminales de las tiendas, pero que el Gobierno de Estados Unidos piensa que es insuficiente al existir usuarios con ese teléfono activo.
Samsung ya ha pedido a todos sus clientes que si tienen un Note 7 lo apaguen y lo guarden en un cajón hasta que la compañía averigüe la raíz del problema y pueda dar soluciones. ¿Os parece una solución adecuada?
Según diversos expertos, el problema de las explosiones, que si bien no es algo nuevo en Samsung nunca se había dado de forma tan masiva, provocará pérdidas estimadas alrededor de 5.000 millones de dólares. Pero también alertan que el daño mayor no será en la cuenta de resultados de Samsung, sino en la reputación de la compañía y en el gasto extra de marketing que tendrán que hacer para volver a ganarse la confianza del público.
Una campaña de marketing de emergencia determinará si la compañía consigue quitarse de encima el estigma de que Samsung es una compañía que utiliza componentes de segunda mientras que cobra precios de primera.