Para conseguir los objetivos de un negocio es muy necesario planear estrategias de marketing. Para ello hay que analizar infinidad de datos y tomar decisiones basadas en ellos. Es muy difícil analizar todos y cada uno de los datos que nos llegan para elaborar una estrategia, por eso se toma la decisión que parece más correcta según una visión más general.
En este sentido, el big data puede ayudar más de lo que parece en la toma de decisiones de marketing. El big data genera un gran volumen de datos a mucha velocidad y de mucha variedad. Lo importante es que la empresa sepa manejar el basic data y de ahí analice el small data. Una vez analizado, se decidirá si se va al big data o no. El problema del big data es que la gran mayoría de la información está codificada y no se puede interpretar.
Aquí es donde entra la computación cognitiva, un sistema que aprende y desarrolla información a través de la experiencia. Existen tres fases en la computación.
Primero, entiende. Tiene la capacidad de leer hasta un billón de libros por segundo y cuanta más información, mejor será su respuesta. Puede detectar la intención e interpreta utilizando un lenguaje natural.
Segundo, razona. Clasifica los datos y realiza hipótesis basadas en otros datos anteriores para llegar a una solución lo más razonable posible. También explica cómo y por qué ha llegado a esa solución.
Y tercero, aprende. Cada vez que se interactúa con esta computación cognitiva, adquiere más experiencia en un campo, al igual que los seres humanos.
Esto puede ayudar a optimizar las campañas de publicidad, ya que puede detectar qué hace que un usuario decida comprar un elemento de la empresa, puede conocer mejor al usuario y modificar la campaña publicitaria para llamarle más la atención e incluso puede recomendar a los usuarios otros productos que puedan interesarle de la propia empresa.