Uno de los peligros a los que se enfrentan lo marketers es la mala reputación que pueden adquirir por culpa de los emails o las campañas publicitarias por correo electrónico que comienzan ya que “cada vez que una campaña de emails es enviada, muchos de los correos no llegan a entregarse, son eliminados sin ser leídos o se clasifican como SPAM”, según los expertos de Cheetah Digital.
Los Proveedores de Servicio de Internet, más conocidos como ISPs, son quienes determinan la reputación como emisores basándose en una serie de filtros y criterios: Rebotes o emails que nunca llegan a las bandejas de los receptores, el llamado rebote blando, es decir, cuando el servidor del email experimenta problemas o, en su defecto, cuando el usuario pasa varios días sin revisar su bandeja de entrada y esta no admite más mensajes.
Por otro lado está el “rebote duro” o los problemas de calidad de datos. Nos referimos a ese momento en que la dirección de envío no existe o es incorrecta. Para evitar esto lo mejor es eliminar los usuarios inactivos de nuestra agenda de contactos y actualizarla regularmente. Por último, tenemos los emails marcados como SPAM, esto lo suele hacer el propio usuario o automáticamente los ISPs ya sea porque reciben muchas comunicaciones de campañas o porque nuestra información no es de su interés.
Otro motivo por el que nuestros correos no lleguen es por el blacklisting, es decir, que nuestra IP haya sido incluida en una lista negra debido a malas prácticas a la hora de enviar correos ya que no somos reconocidos como emisores fiables, por lo que lo mejor es hacer las cosas bien desde el principio.
Así que lo que debemos hacer desde el principio es reconocer los distintos tipos de usuarios que recibirán nuestros correos y adaptarlos a ellos.